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Viajes por España

Persona culta, curiosa e interesante, siempre buscando enriquecer sus conocimientos y crecer como persona y artista. Federico García Lorca viajó muchísimo y usó sus viajes como fuente de enriquecimiento personal. Viajar es vivir. Viajar es conocer otras gentes y otras culturas. Él lo sabía y ya desde joven hizo viajes de estudio por toda España. Fueron estos primeros viajes por Baeza, Úbeda, Córdoba, Castilla, León o Galicia los que comenzaron a alentar su vocación de escritor alejándolo de su inicial vocación de músico. 

Viajes de estudio en España:
Verano 1916: Úbeda, Baeza, Córdoba y Ronda. Otoño 1916: Castilla, León y Galicia. Primavera 1917: Baeza.
Verano y otoño 1917: Burgos. 

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Gracias a estos viajes de estudio Lorca conoció otras regiones de España, otras realidades diferentes a aquello que él conocía. Estos viajes comenzaron no sólo a evocarle la pasión por la escritura sino que le sirvieron para abrir la mente y empezar a ver cómo era de verdad el país donde vivía. Resultado de estos tours fue su primera publicación: “Impresiones y paisajes”, publicado en 1918 gracias al aporte de su padre. No es un mero diario de viaje donde cuenta sus experiencias en prosa, sino que va más allá y habla sobre la política española, la decadencia del país, sus inquietudes religiosas o sus aficiones como la escultura renacentista o el cante popular. Tras la publicación de su primer libro y la muerte de su profesor de música, Federico se lanzó finalmente al mundo de la prosa. 

Pero si gracias a estos viajes su mente se abrió y comenzó a “lanzarse al mundo", fue un año más tarde, en 1919, cuando de verdad explotó culturalmente hablando. Gracias a Fernando de los Ríos, que convenció a sus padres, y a sus amigos de “El Rinconcillo” (bar de Granada donde eran frecuentes las charlas intelectuales), que le insistieron, Federico se trasladó a la Residencia de Estudiantes de Madrid. Allí conoció a multitud de celebridades del momento y puso las primeras piedras de su carrera como escritor, gracias en parte a su nuevo amigo Juan Ramón Jiménez. Poco más tarde conocería a Manuel de Falla en su regreso a Granada, con quien profundizaría su pasión por las artes tradicionales de su tierra, como el cante jondo, y por el teatro. 

Si el ingreso en la Residencia de Estudiantes le había permitido trascender las limitaciones del medio granadino, fueron los viajes a Cataluña con su “amigo” Salvador Dalí los que le permitieron ver las limitaciones del mundo cultural de Madrid. Éste le mostró un mundo nuevo, distinto en cuanto al arte, le introdujo en la pintura y en las nuevas vanguardias, y dejó una profunda huella tanto en su obra como en su corazón. 

Y unos años más tardes llegaría a su culmen como poeta, su madurez artística que dicen algunos, cuando en 1927 un grupo de amigos se reunió para conmemorar la figura de Luis de Góngora. Serían los llamados “Generación del 27”, de la que él formaba parte. Sin embargo, y a pesar de haber llegado a un punto de madurez en su carrera, vivía un momento de crisis personal motivada por la ruptura con su pareja Emilio Aladrén, las críticas que recibió por parte de sus amigos Dalí y Buñuel de su obra Romancero Gitano, y el encasillamiento que se empezó a hacer de él a raíz de dicha obra como poeta de lo popular y de los gitanos. Todo esto le llevó a hacer las maletas y poner rumbo a Nueva York junto con Fernando de los Ríos. 

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